No. No voy a hablar de la sonrisa -aunque estoy convencida de que ese es el lenguaje universal por excelencia- sino de la oración. Anoche, distraída y borrando mails, miré el Evangelio del día (Mt 6, 7-15… está copiado abajo) y me disparó automáticamente a mi llegada a Santiago. Supongo que porque por estos días intento seleccionar fotos del viaje para diversos usos. El caso es que ese día, 8 de septiembre, fue muy especial. Había dormido en Monte de Gozo, a sólo 5 kilómetros de la catedral porque quería tomarme esa tarde para pregustar los últimos pasos y posgustar tanto camino recorrido. Me desperté antes de lo que me hubiera gustado (para ese entonces ya no ponía despertador, sabía que los ruidos del cuarto iban a hacer su trabajo), hice todo con calma y en silencio y esperé unos minutos a ver si empezaba a clarear.
Empecé a caminar de noche, tranquila y ansiosa al mismo tiempo. Enseguida hubo una posibilidad de bifurcación… dudé y aparecieron otros peregrinos. Un chico de Eslovaquia con el que había hablado apenas el día anterior y una pareja (tal vez eran hermanos… nunca lo supe) de polacos a los que me venía cruzando desde Pereje, pero con los que no había hablado más que algún saludo o alguna información práctica como dónde comer. Ninguno de ellos hablaba mucho inglés, así que la comunicación era bastante primitiva. Nos vimos caras conocidas, nos saludamos, el polaco me vio con el Rosario y me dijo de rezar juntos. Y terminamos las decenas intercalando polaco y castellano. Fue un gran momento. De oración profunda, de comunidad, de confianza… y mientras tanto el corazón latiendo fuerte, expectante y alegre.
Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Los católicos estamos acostumbrados a rezar el Padrenuestro. No existen idiomas en los que esta llamada Oración de Jesús no haya sido traducida a lo largo de los dos mil años de historia.
Hoy vamos a leer un Padrenuestro que es realmente original, porque esta pensado para que lo rece el propio Dios. ¿Cómo puede rezar Dios un Padrenuestro? El Padre Martín Descalzo encontró la forma: mostrar el revés de la trama, hablando de Padre a hijo. El Padrenuestro de Dios, se titula:
Hijo mío que estás en la tierra, preocupado, solitario, tentado: yo conozco perfectamente tu nombre, y lo pronuncio como santificándolo, porque te amo. No, no estás solo, sino habitado por mí, y juntos construimos este reino del que tú vas a ser el heredero. Me gusta que hagas mi voluntad, porque mi voluntad es que tu seas feliz, ya que la gloria de Dios es el hombre viviente. Cuenta siempre conmigo y tendrás el pan para hoy. No te preocupes, sólo te pido que sepas compartirlo con tus hermanos. Sabes que perdono todas las ofensas, antes incluso que las cometas. Por eso te pido que hagas lo mismo con los que a ti te ofenden. Para que nunca caigas en la tentación, tómate fuerte de mi mano y yo te libraré del mal, pobre y querido hijo mío.
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